Emma era consciente del riesgo. Tenía respeto por las circunstancias en las que realizaba su trabajo, pero creía que su abuela judía la «protegía desde arriba». La cooperante española había crecido con una especial sensibilidad hacia el drama que viven los refugiados. La abuela de Emma logró escapar del Holocausto en Austria cuando era pequeña; perdió a toda su familia en campos de concentración y fue adoptada en España.
«Crecí con ese trasfondo, sintiendo lo que debe haber sido ser un refugiado o ser un huérfano, así que me sentí decidida a ayudar a las personas en una situación similar a la de ella» relató Emma a ‘The Jewish Chronicle’ en julio de 2023.
La cooperante catalana murió este sábado 9 de septiembre cuando un proyectil ruso impactó en su coche, arrebatándole la vida a ella y a otro compañero canadiense, Anthony ‘Tonko’ Ihnat. Los otros dos voluntarios que los acompañaba: el médico alemán Ruben Mawick y el voluntario sueco Johan Mathias Thyr fueron gravemente heridos y están hospitalizados.
Los cuatros estaban viajando hacia la localidad de Ivanisvske – situada a unos ocho quilómetros de Bajmut, actualmente bajo control ruso- para «evaluar las necesidades de los civiles atrapados en el fuego en la ciudad de Ivanisvske», cuentan en el perfil de Instagram de su organización, Road to Relief.
La joven de 32 años realizaba labores humanitarias en el frente de guerra de Donetsk. Se graduó en la Universidad de California en Berkeley e hizo un curso académico de la Cruz Roja antes de dedicarse a la cooperación. Emma estaba especializada Protección Infantil en Emergencias y ayuda a Refugiados.
Ucrania no era su primer conflicto, ya había trabajado en Myanmar. Emma colaboró, además, en varios proyectos humanitarios en Grecia, Marruecos y Kenia. Antes del inicio de la invasión a gran escala, la voluntaria tenía pensado ir a Yemen. Era una mujer totalmente entregada a su trabajo.
De las primeras en Ucrania
Llegó a Ucrania durante las primeras semanas de la guerra y permaneció todo este tiempo aquí. Junto al francés, Henri Camenen, fundó la oenegé Road to Relief centrada en la ayuda humanitaria civiles y evacuaciones de las zonas de frente.
Su organización tenía un equipo médico que asistía a los residentes que viven en la zona más afectada por el conflicto. Muchos de ellos no querían abandonar sus hogares, por este motivo gente como Emma eran la única asistencia de estas personas. «La mayoría de gente que todavía está aquí a estas alturas de la guerra son ancianos, de setenta hacia arriba (…) algunos tienen miedo porque no saben qué encontrarán, y se lo explicamos, pero les cuesta mucho confiar. Nunca han salido del pueblo, ni siquiera han ido a ciudades cercanas como Kramatorsk o fueron una vez hace veinticinco años», explicaba Emma a ABC el pasado mes de mayo.
Cuando la cooperante catalana cruzó la frontera, tenía la intención de quedarse unas pocas semanas. Emma contó a TV3 que al principio de la invasión a gran escala había muy poca información y no sabía muy bien como organizarse. En aquel momento pocas oenegés estaban en el terreno. Así que primero ayudó a los civiles que huían del asedio de Mariúpol y después cambió de dirección. Se estableció finalmente en la región de Donetsk, dónde las necesidades de la población civil eran mayores. «Fuimos a Leópolis, estuvimos un par de días, y había mucha gente moviendo cajas, pero la guerra no estaba allí. Continuamos conduciendo hacia el este hasta llegar a Kramatorsk, y nos quedamos porque vimos que donde lo necesitaban era aquí» relataba Emma a ABC.
Al contrario que en otros lugares donde había trabajo, la voluntaria destacaba la intensidad de esta guerra. «Cuando llegué por primera vez, me sorprendió mucho la brutalidad que vi en este conflicto. Fue como algo de la Primera Guerra Mundial» explicaba Emma en una entrevista.
Dedicación absoluta
Emma vivía concentrada en su trabajo. Reuniones con otras oenegés, búsqueda de financiación, contactos constantes con distintos cooperantes, viajes a las aldeas más afectadas en el frente para entregar medicamentos o agua potable… Todos los días había labores que realizar.
Casi a diario, Emma se trasladaba a pueblos que estan a menos de 10 kilómetros de las tropas de Moscú. La implicación de Emma con los más necesitados era total. La mujer llegó a destinar sus propios ahorros personales a la organización.
La voluntaria logró evacuar a más de 5.000 personas. Algunas se trasladaban a otras partes de Ucrania y otras a países europeos. Road to Relief se encargaba de asistir a las personas durante todo el viaje.
La sede de la oenegé se situaba en la ciudad de Slovianks a unos 30 quilómetros de frente de guerra. Después de mucho esfuerzo para consolidar la organización humanitaria, Emma y sus más de 40 compañeros lograron asistir a más de 30.000 personas en las provincias ucranianas de Donetsk y Jersón.
Confesaba Emma en julio que hasta el momento no había sufrido «ni un rasguño», pero tenía «respeto» por las circunstancias en las que realizaba su trabajo. Era consciente de que el riesgo de ayudar era altísimo.