«¿Quién quiere venir a una zona de guerra?»

Desde que Ferraz se convirtió en zona cero de las protestas contra la amnistía, Nabila Baraka perdió la vida de un cocinero -y un camarero no podrá renovarle el contrato en breve- y perdió entre 12.000 y 17.000 euros en facturación. Este mesón de 42 años abrió su bar en cinco meses, justo enfrente de la sede del PSOE en la calle Ferraz. “La oferta por la noche era de 2.500 euros; ayer (por las lunas) cuesta 117 euros, ni el día ni por la luz”, lamenta el teléfono. Baraka es el presidente de la nueva Asociación de Albergues y Pymes de la Calle Ferraz y Argüelles, que también cuenta con el reconocimiento de las empresas de sus 13 primeros socios y que quedará constituida oficialmente en los próximos días. La asociación tiene una propuesta única: obtener una compensación para las empresas que, al final de su vida, están trabajando para sobrevivir.

Los afectados se reúnen por primera vez con el PSOE y Más Madrid, y también han podido contactar con el Ayuntamiento de Madrid, la Comunidad, la Delegación del Gobierno… “Necesitamos ayuda inmediata para compensar el mes de noviembre , que podamos mantener nuestras puertas abiertas”, resume su presidente, que canceló 14 ceremonias navideñas por 40 euros al mes. La asociación de plantas recibió una parte del fondo de emergencia regional, que está destinado a desastres como el de Filomena, y luego lo distribuirá por correspondencia entre los socios. “Hay un daño colateral menor, pero son menos de 20 meses de daños. No es justo”, dijo Baraka. Sus aportaciones rondan el 20% de lo habitual y duda lo que lega a final de año.

El restaurante del Baraka se adapta a los horarios de los manifestantes. Antes de abrir la mediación y el plato estaba el escenario y la copa. Ahora su dueña, directora de la hostelería en las localidades del barrio de Salamanca, levantando la persa a la hora de la mañana y caminando antes de la noche. El bloqueo a sus clientes, al igual que el bloqueo de la calle Ferraz, es constante desde el 3 de noviembre. “¿Quién quiere ir a una zona de guerra a tomar una cerveza? », cuestiona Baraka, que apenas sirve a vecinos, familiares y amigos que se acercan. “Encima en noviembre y diciembre”, la época de las reuniones navegables. «Y ahí fuiste el 31 de diciembre, porque la canción de los manifestantes es: ‘Las uvas en Ferraz'».

Un bloqueo impredecible

Quintana 22 no está al lado de la sede socialista, pero la calle desde sus puertas se cierra esporádicamente. “Aquí no hay problemas, pero como se refuerza el aparato, se están haciendo los controles físicos y de identificación de las personas, y unos días se puede liberar y otros no, si ese día está cortado, se cancela (una reserva) el mismo día. . ..”, enumera David Quintana, 53 años, propietario de uno de los mayores restaurantes de la zona, que en las últimas semanas ha acompañado a algunos periódicos a encargar sus columnas a Ferraz.

El sistema policial cambia y, para las posadas y comerciantes cercanos a Ferraz, es impredecible. Quintana compra un trozo de colza para una comida, avisa a los camareros del salón, organiza los preparativos… y, pronto, el perímetro inicial de 200 metros se amplía a 400 metros y se cancela el evento. Desde principios de noviembre, nuestros huéspedes han cancelado 396 reservas confirmadas y el albergue ha reducido la planta de catorce a un trabajador más. “En comparación con octubre, ya ha tenido que facturar 17.000 euros”, concluye. Quintana lamenta, sobre todo, que ni la Delegación del Gobierno ni la Policía Nacional informen a sus operadores.

Al menos un filón local está sufriendo las consecuencias de un movimiento que invade sus calles cada vez que se demora. En una ocasión reconoce a Baraka, los propios manifiestos apiadaron y compraron veinte bocadillos. Además, venderán a policías y publicaciones periódicas a “precio de coste”. “Estoy en costando. Es criminal”, afirma. “Soy una emprendedora, no tengo prestamos y ya he puesto dinero de mi bolsillo para seguir abierto”, dice. Quintana coincide en que el golpe al área “es brutal”. «Como la justicia es muy lenta, tiene responsabilidades que nos dan ayuda directa, sin que el ICO nos preste», afirmó el empresario. Hoy han llegado los primeros alumnos de 13 años a la primera asociación de albergues de Ferraz.