La emergencia ambiental, intensificada por las actividades económicas del ser humano, ha revelado la necesidad imperativa de proteger y rehabilitar tanto los ecosistemas de tierra como los marinos. El aumento de las temperaturas globales, la disminución de especies y la contaminación son cuestiones relacionadas que ponen en peligro la salud del planeta, afectando por ende a las economías y a la vida de las personas. En este escenario, se levantan voces que insisten en la importancia de conservar lo que aún queda y reparar lo que ha sido deteriorado. No obstante, para lograr estas misiones esenciales, se requiere no solo de determinación política y acción científica, sino también de un financiamiento adecuado y duradero.
La crisis medioambiental, exacerbada por la actividad económica humana, ha puesto en evidencia la urgente necesidad de proteger y restaurar los ecosistemas terrestres y marinos. El calentamiento global, la pérdida de biodiversidad y la contaminación son problemas interconectados que amenazan la salud del planeta, lo que a su vez afecta a las economías y a las vidas humanas. En este contexto, se alzan las voces que claman por la necesidad de preservar lo que queda y restaurar lo que ha sido dañado. Sin embargo, para llevar a cabo estas tareas cruciales, no solo se requiere de voluntad política y acción científica, sino también de una financiación adecuada y sostenible.
En el ámbito mundial, se calcula que los recursos necesarios para establecer una economía con bajas emisiones de carbono varían entre 4,000 y 6,000 millones de euros. No obstante, aún no se tienen cifras concretas sobre lo necesario para alcanzar el objetivo de proteger el 30% de los océanos para el año 2030, de acuerdo con lo establecido en el Tratado de los Océanos. Para abordar esta situación, los especialistas recomiendan que el sector público, el sector privado, las ONGs, las fundaciones y los filántropos trabajen en conjunto. Solo a través de la unión de esfuerzos se podrán enfrentar los inmensos retos impuestos por la crisis ambiental.
En lo que respecta a las tácticas de financiación, hay múltiples herramientas diseñadas para dirigir fondos hacia la protección ambiental. Entre estas se encuentran los bonos ecológicos, los fondos para inversiones sostenibles, los créditos verdes y los intercambios de deuda por conservación. Tales mecanismos facilitan el movimiento de grandes cantidades de dinero hacia proyectos de protección y recuperación ecológica. En 2024, las emisiones de bonos verdes en el ámbito mundial superaron los 669,000 millones de dólares, evidenciando un interés creciente en inversiones responsables con el medio ambiente. En España, los bonos verdes también han mostrado un notable aumento, con emisiones que incrementaron de 16,550 millones de euros en 2022 a 19,241 millones en 2024.
Un ejemplo notable del efecto de los bonos verdes es el de CaixaBank, que ha emitido 7.500 millones de euros en este tipo de bonos, permitiendo así evitar la emisión de casi 3,1 millones de toneladas de CO₂ y financiar proyectos relacionados con el tratamiento de agua y energía renovable. Sin embargo, no todos los proyectos de conservación asociados a estos bonos alcanzan las expectativas. Un caso es el conocido como «Outcome Bond» para la reforestación del Amazonas, que logró recoger 225 millones de dólares, aunque solo 35 millones se destinaron directamente a la reforestación de la región amazónica.
Además, la filantropía juega un papel vital en el financiamiento de proyectos de conservación, especialmente en áreas donde los recursos públicos son escasos. Con frecuencia, las importantes donaciones de individuos y fundaciones privadas complementan e incluso superan la financiación gubernamental. En el caso de las Islas Galápagos, por ejemplo, la entidad Galápagos Conservancy ha invertido 50 millones de euros para proteger la biodiversidad del archipiélago. Filántropos como Leonardo DiCaprio también han realizado contribuciones notables, destinando 43 millones de dólares para la recuperación de especies en peligro de extinción.
En España, son las empresas, más que los grandes donantes individuales, las que están teniendo un papel esencial en la protección del entorno natural. Firmas como Inditex, IKEA, Coca-Cola y Repsol han invertido cantidades significativas en financiar proyectos sostenibles, que abarcan desde la reforestación, el tratamiento de aguas, hasta la conservación de ecosistemas cruciales. Durante los últimos cinco años, varias empresas han contribuido con más de 7,5 millones de euros a proyectos de WWF España, demostrando que el sector privado desempeña un rol crucial en la protección del medio ambiente.
En España, las empresas, más que los grandes filántropos, están desempeñando un papel clave en la conservación del medio ambiente. Compañías como Inditex, IKEA, Coca-Cola y Repsol han destinado sumas importantes para financiar proyectos de sostenibilidad, que incluyen iniciativas de reforestación, tratamiento de aguas y conservación de ecosistemas críticos. En los últimos cinco años, diversas empresas han aportado más de 7,5 millones de euros para proyectos de WWF España, demostrando que el sector privado tiene un papel fundamental en la protección ambiental.
Sin embargo, la financiación no siempre es suficiente para hacer frente a los desafíos ambientales. A medida que la crisis climática se intensifica, la falta de recursos públicos y privados podría poner en peligro los avances logrados hasta ahora. A nivel global, el cambio de enfoque de algunos gobiernos, especialmente la retirada de EE. UU. de los acuerdos climáticos y la creciente concentración en el gasto militar, pone en riesgo los esfuerzos por mitigar el cambio climático. En este escenario, será crucial que tanto las empresas como los filántropos continúen desempeñando un papel activo y que se busquen nuevas formas de generar ingresos para financiar la conservación y la transición hacia un futuro más sostenible.