el duro relato de la gente que debió huir de las bombas en Gaza

Cientos de miles de palestinos han huido “del terror” provocado por la continua ofensiva israelí contra el norte de Gaza. Los últimos en encontrar refugio en la ciudad meridional de Rafah cuentan las penurias, el hambre y la sed de los días en los que todos temieron por sus vidas.

“Las últimas horas había muchas bombas, una destrucción terrible”, dice a EFE un palestino que se identifica como Mohamed y que vivía en el barrio gazatí de Sabra, donde asegura que vio cadáveres tirados en las calles.

Para Mohamed, la evacuación “ha sido el viaje de la muerte”. Dice que solo vio destrucción por los distintos barrios por los que se movió antes de llegar a la ruta abierta varias horas todos los días por las tropas israelíes en la carretera de Salah al Din, que atraviesa Gaza por el centro y de norte a sur.

Gaza se convirtió en un escenario de destrucción, escombros y cadáveres. Foto: EFE

Esta carretera ha sido utilizada por buena parte de los más de 1,5 millones de gazatíes, de un total de 2,3 millones, desplazados desde el comienzo de la guerra, que se encuentran ahora mayormente hacinados en las localidades del sur del enclave. “No se puede estar. He atravesado varias zonas en el norte y en todas hay ataques”, concluyó.

Una palestina de Beit Hanún, de la familia Al Barraui, cuenta que el mismo día que empezó la guerra, tras el devastador y brutal ataque de los terroristas de Hamas en suelo israelí el 7 de octubre, recibieron “amenazas” por parte de Israel, en realidad órdenes de evacuación, a través de los teléfonos móviles para que dejaran su casa y se trasladaran al sur, por lo que decidieron refugiarse en una escuela.

Explica que a pesar de la situación prefirieron quedarse en el norte, hasta que no pudieron más: “Es el peor momento de mi vida, el más difícil. No hay un solo lugar seguro en Gaza, no hay estabilidad, no hay seguridad no hay derechos humanos”.

Como el resto de desplazados, cuenta que al llegar a la carretera de Salah al Din hay un puesto de control en el que hay que levantar las manos y mostrar la cédula de identificación, también que se veían muchos muertos tirados por el suelo.

Un grupo de palestinos evacuados desde el norte de Gaza mientras crece la ofensiva israelí. Foto: EFEUn grupo de palestinos evacuados desde el norte de Gaza mientras crece la ofensiva israelí. Foto: EFE

Hambre y sed

Nazal Abu Saada, residente en el barrio de Yabalia, habla sobre las dificultades que ha vivido en el último mes y del terror y del hambre de los últimos tres días. Cuenta que ella y su familia se refugiaron en un hospital. “Los últimos tres días los pasamos debajo de una mesa, sin comida ni agua ni nada, solo dátiles y un poco de agua”.

Dice que después de que la Media Luna Roja “llegara a un acuerdo con los israelíes”, les dieron una hora para salir del centro hospitalario. Allí vio tanques y apunta que les obligaban a ir con las manos levantadas. En Salah Al Din, añade, los fotografiaban con cámara, un dato que han referido numerosos desplazados.

Jaula Hashem denuncia que su casa fue bombardeada después de que la hubieran abandonado. “Cada tantos nos lanzaban bombas, bombas y más bombas. ¿Qué quieren hacer más de lo que ya han hecho?”, agrega y rompe a llorar antes de contar que mataron a su padre. Cuando se recompone, explica que los soldados detuvieron a personas en el puesto de control.

Abu Atal, del barrio de Sabra, dice que los últimos tres días los pasó sin saber qué estaba ocurriendo y sin poder dormir por los continuos ataques. “Es algo terrorífico, esto no es una guerra”, dice Abu Atal, que también relata cómo tuvo que levantar las manos y enseñar el carné de identidad y cómo vio la detención de algunas personas.

Sin embargo, no recuerda si había cámaras de fotos o no: “No me di cuenta de si había cámaras. Con el ruido y con el miedo no me fijé”, aclara.

Lo que sí vio, como el resto de desplazados, fue la destrucción en el camino causada por los bombardeos y la artillería y numerosos cadáveres abandonados en las calles.